
Los rociadores contra incendios son un elemento indispensable en la detección y control de fuegos antes de que se propaguen de manera peligrosa. La selección del tipo adecuado puede marcar la diferencia entre un incendio controlado y uno devastador. A continuación te compartimos su clasificación.
Se pueden clasificar de diversas maneras, dependiendo de factores como mecanismos de activación, respuesta térmica, tipo de cobertura, patrón de descarga o aplicación. Los más comunes son: spray, rociadores de espuma, residenciales, comerciales e industriales.
Tienen un bulbo lleno de líquido que se expande con el calor. Cuando la temperatura del entorno alcanza un cierto nivel, el bulbo se rompe, activando el rociador.
Funcionan mediante un enlace de metal que se derrite a una temperatura específica, permitiendo que el agua fluya.
Se activan más rápidamente en respuesta al calor. Están diseñados para áreas de alta ocupación humana, como hospitales, escuelas y residencias de adultos mayores.
Están diseñados para activarse a temperaturas específicas comunes. Su tiempo de respuesta es adecuado para aplicaciones donde el tiempo de respuesta no es crítico.
Proporcionan un área de cobertura típica para espacios comunes. Son adecuados para los espacios donde los riesgos son moderados y las áreas no son tan grandes.
Están diseñados para cubrir áreas más grandes que los rociadores de cobertura estándar con menos dispositivos, son ideales para almacenes o bodegas.
Generan un patrón de descarga de agua en forma de cono, asegurando una distribución uniforme del agua sobre el área objetivo.
Utilizan una mezcla de agua y espuma para extinguir incendios, siendo más efectivos contra incendios de líquidos inflamables y materiales peligrosos.
Emplean gotas finas de agua, creando una niebla que absorbe el calor y reduce el humo. Son ideales para áreas donde el agua debe ser mínima, como en museos.
Diseñados para controlar el crecimiento y propagación de un incendio, estos rociadores limitan el fuego hasta que los equipos de emergencia puedan intervenir.
Su objetivo es extinguir el fuego por completo. Son ideales para áreas con riesgos especiales donde es crucial apagar el fuego para proteger bienes o procesos críticos.
Protegen hogares y edificios residenciales. Suelen tener un diseño que minimiza el daño por agua y prioriza la seguridad de los ocupantes.
Están diseñados para manejar incendios más grandes y complejos, así como para cumplir con normativas específicas de seguridad en el trabajo.
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